domingo, 27 de marzo de 2011

andrée putman. mujeres del diseño




Sobria, refinada, divertida, minimalista, sutil e inaudita. Así es Andrée Putman. Una mujer que a sus 85 años sigue activa y entusiasmada con el diseño. Iniciadora de un estilo que más tarde seguirían Philippe Starck y Matali Crasset y generosa descubridora de talentos como Jean-Charles de Castelbajac, Issey Miyake, Claude Montana y Thierry Mugler.


Parece que seguimos ligando a los chateaus y los monasterios franceses con el diseño industrial. En este caso Andrée pasaba sus veranos en la abadía de Fontenay, un monasterio del siglo XII que pertenecía a su familia, en la Borgoña francesa. Este monasterio adalid de la arquitectura cisterciense, quedó grabado en la retina de esta mujer donde entendió la austeridad ornamental, la ausencia de todo artificio decorativo y la magia de la luz para crear la perfección de los espacios.

Empezó trabajando para una revista de arte y a los 33 años comenzó a formar parte del equipo de diseño de unos grandes almacenes donde imaginaba objetos a precios asequibles. "La belleza no tiene nada que ver con el precio de las cosas", afirma quien aún fabricando objetos elitistas, siempre ha reivindicado un diseño para todos los bolsillos.

En 1978 montó su propio estudio y su fama llegó con el encargo del interiorismo del hotel de los dueños de la discoteca neoyorkina Studio 54, qué les habían cerrado el espacio por evasión fiscal. Con poco presupuesto, tuvo que escoger los baldosines más baratos del mercado y así escogió los blancos y negros. Elección que a partir de ese momento se convertiría en símbolo de su estilo.


Pero además de su gran éxito como interiorista ha diseñado objetos como bañeras, vajillas, cuberterías, lámparas, sillas, mesas, escritorios, alfombras y carritos para la compra, ligada a grandes fabricantes de diseño. Se define a sí mima como exploradora y curiosa que vuelve a la página en blanco para crear lenguajes nuevos.



domingo, 13 de marzo de 2011

una apasionante historia art decó

La mayor colección de mobiliario y accesorios Art Decó (desde el clasicismo de Ruhlmann al modernismo de Eileen Gray) se subasta a finales de este mes en Christies. El dueño de la colección, el francés Laurent Negro posee una curiosa historia, casi literaria, hasta hacerse y deshacerse de esta importante colección.

El coleccionista de apenas 38 años ha conseguido reunir un catálogo que se articula en torno a tres ejes: el Art Noveau, el Art Decó y por último la Unión de Artistas Modernos (UAM). Desde hace cinco años la cotización de estos tres movimientos decorativos está subiendo como la espuma, llegando a igualar los muebles del s. XVIII. Pero, ¿quién es este coleccionista? Laurent Negro no aparece en los nombres de referencia de las casas de subastas, tampoco acude a fiestas ni actos sociales. Es tan discreto (o extraño según algunos) que no ha querido que Christie's subaste la colección bajo su nombre, sino que aparezca por el nombre del lugar que hasta ahora albergaba la colección "Château de Gourdon", un castillo familiar.


Y, ¿cómo ha llegado este hombre a tener esta ambiciosa colección? Para ello es necesario hablar de su padre, también llamado Laurent Negro, que nació en 1929 en el seno de una familia muy humilde y creó en Francia la primera empresa de trabajo temporal convirtiéndose en millonario. Su padre coleccionó obras de arte naif y en 1972 compró el Château de Gourdon, una fortaleza del siglo XII en la Provenza francesa, la elección no fue casual, ya que su madre había trabajado ahí de cocinera.
Tras la muerte de su padre, Negro heredó una gran fortuna, vendió la colección de arte y comenzó a recorrer las salas de subastas. Quería seguir los pasos de coleccionista de su padre, pero lo que a él le entusiasmaba era el s.XX, y así consiguió esta magnífica colección cuya venta podría alcanzar los 100 millones de euros.

Pero, ¿y por qué desea vender su colección? Se rumorea que lo hace por despecho, desde hace años Negro está en conflicto con las autoridades del pueblo de Gourdon, ya que al considerarse de interés histórico, los jardines y el castillo deben estar abiertos al público y una comisión de patrimonio impide que Laurent realice las remodelaciones que desea.
La gota que colmó el vaso fue que Negro quería plantar unos árboles en el jardín y en cuanto se enteró el alcalde llamó a la comisión que vela por el patrimonio y dado que los jardines fueron diseñados por el mismo paisajista que diseñó los jardines del Palacio de Versalles, patrimonio le dió la razón al alcalde.


A partir de ese momento Negro decidió deshacerse de los muebles que según él sólo le habían traído problemas y además cerró el castillo al público, que era una de las mayores atracciones turísticas del pueblo y atraía 800.000 visitantes anuales.

Ahora la colección que la burguesía de la época nunca aceptó ni valoró, aunque supusiera una técnica totalmente innovadora, podrá verse por vez última toda reunida, los días antes de la subasta en el Palais de Tokio de París y mientras Negro manifiesta la intención de comenzar otra colección en otro lugar.
fuente "Fuera de Serie.nº320. Expansión"

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