Una bonita historia sobre las incubadoras:
Un día a finales de la década de 1870, el ginecólogo frances Stéphane Tarnier varía su rutina de trabajo y visita el zoo. Allí encontró una exposición de incubadoras de huevos de pájaros exóticos y decidió que este aparato debía estar en la maternidad de su hospital.
Contrató a la criadora de pájaros del zoo para construirlo y para hacer bajar la terrible tasa de mortalidad de finales del siglo XIX. Tarnier sabía que la regulación de la temperatura era un aspecto fundamental para que los niños no murieran y sabía que sus colegas estaban obsesionados con la estadística.
Así que, cuando tuvo en la Maternidad de mujeres no pudientes de París, su incubadora para recién nacidos, donde se calentaban aquellas frágiles criaturas con botellas de agua tibia instaladas bajo la estructura, Tarnier llevó a cabo un estudio rápido sobre unos quinientos bebés demostrando que la tasa de mortalidad de los bebés prematuros descendía a la mitad.
Ésta no fue la primera incubadora que existió, pero su análisis estadístico supuso un empujón definitivo para el proceso de incubar a los bebés.
140 años después, en Etiopía o Liberia la mortalidad infantil sigue teniendo unos índices desorbitados (más del 10%). La mayoría de las muertes son bebés prematuros que podrían salvarse si hubiera incubadoras. Pero las incubadoras de hoy son aparatos complejos y caros.
A finales del 2008 Timothy Prestero, profesor del MIT y fundador de la empresa
Design that Matters (Diseño que importa), observó que en África no podían realizar mantenimiento a las incubadoras que las ONG's donaban a los hospitales con su buena intención de intentar frenar esos índices de mortalidad, pero sin embargo, aún los pueblos más pequeños se encargaban de mantener los pocos vehículos que tenían en perfecto estado.
No poséen aire acondicionado, no poséen portátiles, pero pueden hacer funcionar sin problemas un Toyota 4x4. Así que un médico llamado Jonathan le propuso a Prestero: ¿por qué no se fabrica una incubadora con componentes de automóvil?
Tres años después, el equipo de Design Matters presentaba un prototipo de una incubadora llamada
NeoNurture, que por fuera era una incubadora de líneas sencillas pero por dentro el calor lo brindaban unos faros sellados, la circulación de aire lo realizaba un ventilador de motor y además podía enchufarse a una batería de motocicleta estándar.
Este diseño fue eficiente en dos sentidos: habría repuestos para la incubadora y habría el conocimiento suficiente para realizar el mantenimiento: si sabes cambiar el faro a un cohe, sabes arreglar la NeoNurture.
Así son las buenas ideas, delimitadas por los componentes y habilidades que las rodean.